¿Alguna vez se ha preguntado por qué la vida matrimonial puede ser tan complicada en las diferentes culturas?
En su obra de ficción “Una dulce venganza”, Jonas Johnson humorísticamente recrea el diálogo entre un padre y su hijo miembros de la tribu masai de Kenia, donde el padre explica a su hijo que la vida de un masaí se resume en nacer, aprender las artes de la guerra, casarse, arrepentirse de haberse casado y morir.
Aunque nuestras vidas pueden diferir enormemente, existe una sorprendente similitud en la tendencia al arrepentimiento post-matrimonial, común a todas las culturas.
En mi práctica profesional a lo largo de los años, he observado de cerca los cambios en la estructura familiar en Uruguay, los permanentes desafíos que plantea y como determinadas decisiones inciden luego en la capacidad de las personas de resolver sus problemas de forma privada, sin tener que recurrir al Poder Judicial.
En este contexto, la evolución de las dinámicas familiares en Uruguay ha sido notable, lo que ha sumado nuevos desafíos y formas nuevas de resolver viejos problemas y conflictos de pareja: los valores, los hijos, los gastos, los bienes, las deudas, la separación, el divorcio, las familias ensambladas, y muchos otros.
El contexto y la tendencia en números.
En el período de 1985 a 2015, el número de matrimonios en Uruguay disminuyó drásticamente en un 57%, según el estudio del sociólogo Gustavo Leal. Este estudio destaca la creciente preferencia por uniones libres, que han aumentado del 10% al 40% en los últimos 40 años, con un cambio significativo en la elección de la unión libre frente al matrimonio entre los jóvenes.
Otros estudios indican que las principales causas del divorcio incluyen la comunicación deficiente, las diferencias de personalidad y valores, la infidelidad, los problemas financieros, la falta de compromiso, las diferencias culturales y religiosas.
Las reglas claras y no tan claras
Como vemos, una tendencia que gana adeptos es fundar la familia en un compromiso informal, una unión libre que luego se transforma en concubinato sin llegar al matrimonio. Como dice el poeta: «Porque cuando truje mi china pal rancho me olvidé que hay jueces p’hacer casamientos…» (Orejano, de Serafín J.Gacía; «Tacuruces»).
Sin embargo, las cuestiones que causan las crisis matrimoniales son las mismas que causan las separaciones en las parejas que no se han casado. Muchas personas creen que, llegado el momento, la separación será más fácil si no están casadas, porque no tendrán que tramitar un divorcio.
Sin embargo, si la relación fructificó en bienes, hijos, derechos y deberes compartidos, la necesidad de asesoramiento y asistencia legal se hace tan necesaria como siempre.
La planificación y la crisis.
Con cada nuevo caso que se me plantea resurge la convicción que lo mejor hubiera sido tomar recaudos al iniciar la relación, por lo menos planificar capitulaciones matrimoniales o separación de bienes o documentar las inversiones realizadas por parejas en unión libre. Pero como dice el proverbio chino: el mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora.
No espere a tener una crisis para planificar y ordenar los aspectos legales de su vida familiar. Y si la crisis ya llegó, si está enfrentando una separación o un divorcio y debe resolver la situación de los hijos menores y del patrimonio común no dude en recurrir al asesoramiento legal que le acompañe y le ayude.
Dr. Jorge De Ávila
